INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO HOY

SÁBADO, 8 DE ABRIL DE 2006

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EL APELLIDO - NOMBRE DE FAMILIA (1 de 2)

Preparado por Víctor José Arthur Nouel

 

El apellido es el nombre de familia con que se distinguen las personas. Así de simple lo describe la Real Academia Española, rectora del conjunto de palabras y sus acepciones que conforman nuestro idioma castellano.

El uso del apellido como tal se remonta a la Roma Imperial, donde el interés genealógico fue más allá de lo religioso, ya que se encontraba en lo jurídico y en lo social. Ser miembro de una gens era una condición de la ciudadanía romana. La gens era una unidad política, una subdivisión de una curia, la cual a su vez era parte de una tribu. Sólo las personas que tenían el mismo nombre gentil, que nacían libres y que no contaban esclavos entre sus progenitores, ni habían sufrido degradaciones en su categoría social, podían pertenecer a ella, después de localizar su ascendencia, a través de los varones, desde un antepasado común.

En la Edad Media se hizo más universal el uso del apellido, para identificar los grupos familiares y en tiempos de la llamada Edad Moderna, el uso del apellido se generaliza y se fortalece todavía más, principalmente por las medidas con carácter de obligatoriedad dispuestas por la Iglesia Católica en el Concilio de Trento. Estas medidas consistían en llevar registro de todos los nacimientos, bautismos, matrimonios y fallecimientos de las personas.

En la actualidad, el apellido, junto al nombre propio, conforma el conjunto de palabras con las que se identifica y designa a cada persona con relevancia jurídica y con carácter oficial.

La forma y el orden en el uso de los apellidos para nombrar a las personas difieren de un país a otro. En el nuestro, primero van los nombres propios, seguido del apellido paterno del padre y por último el apellido paterno de la madre.

Según el origen del mismo, los apellidos  pueden clasificarse en: patronímicos, aquellos que provienen de un nombre propio; toponímicos, aquellos que se derivan del nombre del lugar donde vivían o de las tierras que poseían; de apodos o de descripciones de algo o de cosas, que se derivan por la asociación de la persona con la palabra en cuestión; y de títulos, oficios o profesiones, aquellos que se derivan del oficio que ejercían o del título que poseían esas personas.

Los apellidos que enunciaremos se presentarán en orden alfabético, según su clasificación, y mencionaremos sólo una parte de los que entendemos, han echado raíces o que han formado parte de la gran familia dominicana.

Apellidos de origen patronímico: Alberto, Alfonso, Alonso, Ángel, Aníbal, Antonio, Apolinar, Armando, Arthur, Bartolomé, Bernabé, Bienvenido, Bonifacio, Camilo, Caonabo, Casimiro, Claudio, Cornelio, De Jesús, Demetrio, De Ramón, Elías, Esteban, Eusebio, Feliciano, Felipe, Fermín, Francisco, Germán, Guillermo, Javier, Jesús, Jorge, José, Julián, Lázaro, Leonardo, Leonor, Lucas, Luciano, Manuel, Marcelino, María, Mercedes, Merejildo, Mateo, Nazario, Nicolás, Pablo, Ricardo, Rosario, Rubén, Santiago, Severino, Tiburcio, Tomás, Vicente, Víctor, Victorino, Vinicio.

Apellidos de origen toponímico: Alemán, Andino, Antigua, Arroyo, Asiático, Barranco, Barrios, Belén, Campillo, Campos, Canal, Canales, Canario, Canteras, Casas, Castellanos, Castilla, Castillo, Cienfuegos, Cuevas, De Peña, De Paula, De la Torre, Del Castillo, Del Monte, Del Río, Del Risco, Del Valle, Escoto, España, Feria, Francés, Fuente, Gallego, Germán, Ginebra, Gomera, Guerra, Herrera, Madrid, Madrigal, Mendoza, Mercado, Padua, Palacio, Palacios, Polo, Pradera, Rincón, Río, Rivera, Romano, Salcedo, Solares, Torres, Vega, Villa, Villanueva.

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