Señoras y
señores:
Me da mucho gusto venir a
conversar con ustedes acerca de las conexiones entre la
Genealogía y la Historia. En realidad, más que enseñar, hoy
vengo a aprender de aquellos de ustedes que son genealogistas
por vocación y que mantienen una práctica de larga data que les
ha permitido producir impresionantes trabajos de investigación
acerca de reconocidos linajes dominicanos y extranjeros.
En mi caso, debo confesarles que
no he incursionado en los estudios genealógicos, y que lo que sé
acerca de mi familia es lo que me transmitía uno de mis tíos,
Elpidio de Moya, quién sí se dedicó a mantener actualizado el
árbol familiar y mantenía viva la memoria de nuestros
antepasados.
Recuerdo que siendo yo niño visitó
el país Don Salvador de Moya, el Presidente del Instituto
Genealógico Brasileiro, autor de una Historia Genealógica da
Casa de Moya, en doce volúmenes. Este señor viajó a La Vega
y entrevistó extensamente a mi tío y a otros familiares, y con
los datos que llevó a Brasil compuso el undécimo volumen de ese
catálogo de los Moya existentes tanto en España (Mallorca
incluida) como en América.
Muchos años después, Wenceslao
Vega Boyrie, amplió esas informaciones debido a su interés por
la genealogía de sus propios ascendientes por los Vega Batlle y
los Boyrie de Moya, y por ello Wenceslao es hoy el genealogista
de la familia a quien llamo cuando tengo que preguntarle algún
dato acerca de algún antecesor nuestro.
Dicho esto, ustedes pueden
imaginar que no es mucho lo que yo pueda enseñarles. En realidad,
yo debería esta sentado entre el público hoy escuchando a varios
de ustedes que son ya reconocidos maestros en esta disciplina.
Pero ya que me han pedido que
incursione en las conexiones entre Genealogía e Historia,
podríamos comenzar recordando que los libros de introducción a
los estudios históricos, que leíamos cuando comenzábamos nuestra
formación universitaria, nos decían que la Genealogía era una de
las disciplina auxiliares de la Historia, como también lo era
la Numismática, la Heráldica, la Archivística.
Aunque entendía el concepto de
“disciplina auxiliar”,
algo me decía que la Genealogía tiene establecido un campo
propio y que se vale también de la Historia y de las demás
disciplinas mencionadas como
“auxiliar”.
La
Genealogía no es propiamente una ciencia social como la misma
Historia, la Economía, la Antropología y la Sociología, pero
sirve para ayudarnos entender y explicar fenómenos sociales
aunque de una manera muy singular, estableciendo linajes,
señalando continuidades familiares, y explicando redes sociales.
De esto hablaremos más adelante.
Siempre me
ha llamado la atención que muchos de los mejores y más dedicados
genealogistas no son historiadores, y observo con gran
satisfacción que algunos de los más apasionados practicantes de
esta disciplina son ingenieros, médicos, abogados o
profesionales de otras ramas muy distintas a la Historia.
También he
observado que el género más popular entre los aficionados a la
Historia Dominicana es la Biografía, y esto lo sé porque en la
preparación de mi Bibliografía de la Historia Dominicana,
que será publicada próximamente, he registrado 649 estudios
biográficos de personajes célebres (y no tan célebres) de
nuestro país publicados desde 1844 hasta la fecha.
Algunos de
esos estudios son puras hagiografías, pero otros son biografías
académicas, y otros más son verdaderas piezas de investigación
genealógica, como ocurre con los estudios de Julio Genaro
Campillo Pérez sobre la familia Espaillat, para mencionar un
solo caso pues muchos de ustedes son autores de estudios
similares y me daría vergüenza omitir a alguno tratando de
enumerarlos todos.
Así que
como ustedes están familiarizados con estas obras, les pido que
me permitan quedarme con la sola mención de la obra de Campillo
y continuar con estos comentarios preguntándonos para qué sirven
hoy los estudios genealógicos.
¿Para qué sirven hoy los
estudios genealógicos?
La respuesta varía según quien la responda. Si usted le pregunta
a un mormón, éste le dirá que la genealogía es importante para
establecer los vínculos matrimoniales sagrados que habrán de ser
reconocidos por el Señor cuando el Ángel de los Últimos Días
toque su trompeta y llame a la resurrección a aquellos que
habrán de ser salvados y que gozarán de la gloria eterna en
compañía del Padre Celestial.
Dada la seriedad con que los mormones toman en serio su doctrina,
hoy vemos que el Estado de Utah, en los Estados Unidos, se ha
convertido en el mayor recipiente de datos genealógicos de todo
el planeta, y que los mormones han estado enviando misiones por
todo el mundo tratando de recuperar todos los datos genealógicos
disponibles para concentrarlos en una gran base de datos
planetaria fácilmente accesible mediante computadoras.
Gracias a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días los
métodos e instrumentos de búsqueda de la Genealogía se han
modernizado y han avanzado enormemente en las últimas décadas.
Hoy los genealogistas de valen de algunos programas
computarizados de organización y búsquedas de datos derivados de
los que originalmente promovieron o produjeron los mormones.
Para otro grupo de personas la Genealogía sirve para mantener la continuidad de la
conciencia familiar, la memoria dinástica. Por el lado privado,
esta es una de las funciones de las sociedades, institutos y
asociaciones genealógicas, pues para muchas personas la
determinación de la ascendencia familiar es una materia de
crucial importancia.
Por ello, en países con sociedades democráticas la Genealogía tiende a
tener un uso privado, pero en aquellas en las que la sucesión
del poder político se determinaba por la consanguinidad y la
comprobación del linaje directo, la Genealogía era el
instrumento fundamental de la legitimidad política.
No pocas guerras padecieron esas sociedades por los conflictos
producidos en la determinación de los herederos al trono, y de
ahí que la Genealogía fuera, durante muchos siglos, casi
equivalente a la Historia pues la historia de los pueblos se
contaba entonces como historia de los reyes y sus familias.
Todavía sorprende a muchos lectores contemporáneos de historias
europeas y asiáticas escritas antiguamente que en vez de
narraciones sobre pueblos y sociedades, lo que encuentran son
largas listas de reyes con sus linajes y familias reales. Por
ello cuando historiadores de antaño buscaban explicaciones
acerca de los problemas políticos y disputas territoriales lo
que los mencionaban como principales causas eran los conflictos
dinásticos.
Eso cambió hace tiempo y hoy, más de doscientos años después de
la creación de las primeras repúblicas modernas (Estados Unidos,
Francia, Haití y América Latina), nos parece extraño que la
soberanía política dependiera tanto de la exactitud de los
registros genealógicos, pero así fue y todavía sigue siendo así
en aquellas sociedades en que todavía quedan monarquías
constitucionales.
Por ello, la Genealogía anduvo siempre de la mano de la Historia,
y podemos decir que durante mucho tiempo fue la más instrumental
de todas las disciplinas auxiliares de la Historia. Es más,
podríamos aventurarnos a decir que la Genealogía antecedió a la
Historia porque antes de que los hombres contaran por escrito
sus memorias, ya estaban registrando quiénes eran los
descendientes de quiénes y cuáles eran los lazos de
consanguinidad que establecían la legitimidad de las sucesiones
políticas y familiares.
Un ejemplo de esto lo tenemos en la sociedad taína que
encontraron los europeos cuando Colón llegó a las Antillas. Aquí,
en esta isla, a los españoles les quedó claro bien pronto que
aun cuando la taína era una sociedad patriarcal en donde la
autoridad principal descansaba en el marido, la herencia y la
sucesión respondían a una organización matrilineal que consistía
en lo siguiente:
“Al morir el padre o el cacique, en las familias importantes, la
herencia y el poder político pasaba a su hijo mayor, pero a
falta de éste pasaba al hijo o hija mayores de la hermana del
muerto ´porque descían que aquél era más cierto sobrino o
heredero (pues era verdad que lo parió su hermana).´ (Las Casas,
Apologética historia sumaria). Esto era así debido a que el hijo
de la hermana con toda seguridad llevaba sangre del muerto, por
ser su hermana, pero dado que entre los nobles nitaínos la vida
sexual era bastante abierta y las mujeres gozaban de una amplia
libertad, no había seguridad de que los hijos de la mujer del
hermano del muerto fueran hijos de este hermano y, por lo tanto,
había peligro de que la herencia y la sucesión pasaran a un
individuo con sangre ajena al clan y a la familia.”
“La existencia de estas
normas tan precisas que establecían la costumbre sucesoral de
los taínos también sugiere la correspondencia entre las
estructuras de familia ampliada con la organización en clanes
como unidades más amplias de organización social y familiar. La
organización de estos clanes era, como hemos dicho, matrilineal,
en razón del interés de asegurar, a través de la adscripción de
la madre, la herencia de bienes y la sucesión política.” (Moya Pons,
La sociedad taína, 1973, pág. 11),
Como ustedes pueden ver, en el caso de la sociedad taína la Genealogía
antecede a la Historia, aunque debo decir que a lo que antecede
es a la historia escrita pues, según los cronistas, los areítos
eran una forma que tenían los indígenas de narrar los
acontecimientos pasados y contar su historia.
Dicho todo lo anterior, cambiemos ahora la pregunta y pasemos a
interrogarnos:
¿Por dónde andan hoy los estudios genealógicos?
Durante siglos la Genealogía ha utilizado los métodos
tradicionales consistentes en consultar los archivos
parroquiales y del registro civil y aprovecharlos para registrar
los matrimonios y las uniones conyugales, los nacimientos y las
muertes, para con las informaciones contenidas allí diseñar
árboles dinásticos y familiares.
Por años, muchos genealogistas utilizaron tarjetas para asentar
sus datos, luego de haber sustituido los álbumes y cuadernos
familiares, y han validado la veracidad de sus informaciones
mediante la comprobación documental. Todavía hoy se utilizan
estos métodos.
La Genealogía dio un enorme paso de avance mediante la
utilización de computadoras y la aparición de nuevos programas
(software) para la organización de la información pues esos
programas han acelerado la velocidad de la construcción de
árboles familiares. Además, su amplia comercialización ha
servido para ampliar el entusiasmo social por la práctica de
esta disciplina.
Alguna gente no conoce que mucho tiempo antes
de estos avances técnicos, la Genealogía estuvo experimentando
un profundo cambio que la ha colocado más cerca de las Ciencias
Sociales.
Este cambio comenzó muchas décadas antes de la
aparición de las computadoras y es la mayor transformación que
ha experimentado esa disciplina en siglos pues hace más de
cincuenta años que los historiadores y demógrafos han venido
diseñando nuevos métodos para utilizar los registros
genealógicos de manera que sirvan también para explicar la
dinámica social.
Que yo sepa los genealogistas
dominicanos todavía no han comenzado a practicar esos nuevos
métodos pues hasta ahora han estado ocupados construyendo los
bloques básicos de la genealogía nacional consistentes en el
levantamiento de los registros familiares de determinados
apellidos, actividad ésta sin la cual no se puede avanzar mucho
en nuevas direcciones.
Esto quiere decir que la
genealogía dominicana ha estado trabajando en el sentido
correcto y de la única manera posible dado que los estudios
genealógicos son recientes en nuestro país. Con algunas
excepciones, como fue el caso de Carlos Larrazábal Blanco y su
extraordinaria obra Familias Dominicanas, y otros
pioneros, no fue hasta la creación del Instituto Dominicano de
Genealogía que estos estudios adquirieron una dinámica sostenida.
¿De qué métodos nuevos estamos hablando?
Como no puedo alargar demasiado esta
conferencia, quiero hablarles
solamente de uno de los campos más fértiles de la moderna
Genealogía pues éste se conecta directamente con la Historia y
con la Demografía como disciplinas sociales. Me refiero a lo que
hoy se conoce como
“Reconstitución de Familias” y los llamados
“Estudios de Un Solo Lugar”.
El método de reconstitución de familias tiene varios padres y
arranca con la realización de algunos demógrafos de que es
posible utilizar los datos genealógicos para penetrar aún más
precisamente en las dinámicas sociales pertinentes a los
patrones de nupcialidad, natalidad, mortalidad pues en los datos
genealógicos hay suficiente información cuantitativa que
debidamente analizada sirve para entender la demografía
histórica de determinadas regiones y comunidades.
Por ejemplo, si usted compila todas las informaciones
genealógicas pertenecientes a todas las familias existentes en
una pequeña comunidad en la cual la emigración haya afectado
poco la dinámica demográfica y logra relacionar las fechas de
nacimiento, de matrimonio, fecha de bautismo, edades de
matrimonio, edades de parto, las fechas de muerte, con otras
variables disponibles extraídas de datos testamentarios, compras
y ventas de propiedades registradas notarialmente, pago de
impuestos, etc., entonces usted puede retratar la estructura y
dinámica de esa comunidad tanto histórica como demográficamente.
Cuando usted realiza ese estudio en una sola comunidad, entonces
se le llama “Estudio de Un Solo Lugar” (como le llaman los
británicos y norteamericanos) (Eckart Voland). También puede hacerlo a la manera
de los historiadores demográficos italianos y llamarle
“Microhistoria”
(Ginsburg).
No importa como se le llame, lo importante es entender que con
los métodos de reconstitución de familias la Genealogía ha dado
un enorme salto hacia delante y está logrando fusionarse con la
Historia y la Demografía en un campo fronterizo con la Historia
Demográfica que ni los demógrafos ni los historiadores habían
soñado antes...
La Genealogía anduvo siempre de la mano de la Historia, y
podemos decir que durante mucho tiempo fue la más instrumental
de todas las disciplinas auxiliares de la Historia.
Les voy poner otro ejemplo. Supongamos que podemos tener acceso a
los registros parroquiales y del registro civil de un poblado
dominicano que se mantuvo relativamente aislado entre 1925 y
1950, y que logramos levantar el mapa genealógico de todas las
familias existentes en aquella comunidad.
Si esos datos de los registros civiles y parroquiales los
relacionamos con nuevos datos suplementarios, como por ejemplo,
propiedad de la tierra y propiedades urbanas, disposiciones
testamentarias y herencias, y datos similares, eso nos
permitiría relacionar las variables demográficas con las
variables económicas y llegar a explicar las relaciones
existentes, por ejemplo, entre estatus socioeconómico y
nupcialidad, o entre estatus socioeconómico y mortalidad, o
entre estatus socioeconómico y mortalidad.
Si la comunidad esta afectada por migraciones, hacia dentro o
hacia fuera, también es posible relacionar los datos
genealógicos con el fenómeno migratorio y explicar quiénes
emigran y por qué, y quiénes se quedan y por qué, y entre los
que se quedan cuáles son las características estructurales de
sus familias.
En un estudio como ése podríamos entonces determinar a qué edad
se casan las mujeres y los hombres en función de su status
social, y económico (si tienen propiedades o no, o si son ricos o
no, o si son campesinos, o comerciantes o profesionales o
artesanos). También es posible medir la fertilidad promedio de
las mujeres y, con ello, determinar cuántos hijos por familia
produce la comunidad según determinadas coyunturas, como por
ejemplo, si hay abundancia de cosechas, guerras, acentuación de
la actividad comercial, sequías.
De la misma manera, sería posible estimar las expectativas de
vida, y hasta construir tablas de vida de la población, y
relacionar la expectativa de vida de los sujetos según el acceso
a la propiedad o según linajes o según épocas históricas.
Como
ustedes pueden ver, por medio de la aplicación de simples técnicas
estadísticas podemos registrar hechos sociales que no son
evidentes del simple estudio de las genealogías de familias
individuales. Y así, de la gran masa de datos genealógicos
primarios, combinados con datos suplementarios procedentes de
otras fuentes, podemos descubrir muchos datos sociales
implícitos, más no evidentes, en los registros que los
genealogistas manejan tradicionalmente.
Los métodos de reconstitución de familias se han convertido en
uno de los campos más fértiles de la demografía histórica desde
que fueron enunciados en 1956 por los demógrafos franceses Louis
Henry y Michel Fleury en su famosa obra “De los registros
parroquiales a la historia de la población, un manual para el
saqueo y la explotación del antiguo registro del estado civil”, y desde la fundación, en 1964, y desarrollo del conocido Grupo de
Cambridge para la Historia de la Población y la Estructura
Social, en Gran Bretaña.
Sintetizando estas palabras: los estudios de reconstitución de familias,
considerados como microhistoria o como estudios de comunidades
en un solo caso, son una nueva frontera para el avance de la
Genealogía y abren nuevos caminos para que esta disciplina pueda
conectarse más cercanamente, con la Historia y la Demografía, de
manera que deje de ser vista como una simple disciplina auxiliar
de la Historia, como tradicionalmente se le ha considerado.
Me gustaría aprovechar esta ocasió
para invitar a los genealogistas aquí presentes que todavía no
se hayan aventurado por los métodos de la reconstrucción de
familias a explotar la posibilidad de emprender nuevas
investigaciones en esa dirección. Les aseguro que de hacerlo así
encontrarán nuevas y grandes satisfacciones cuando descubran lo
que les espera más allá del horizonte de la construcción de
simples árboles genealógicos de nuestros linajes familiares.
Tengo que decirles, sin embargo,
que todavía hay mucho camino por andar por las vías
tradicionales, y que la construcción de árboles genealógicos no
debe ser abandonada pues quedan miles de familias dominicanas de
importante protagonismo en la historia nacional cuyas
genealogías esperan ser dilucidadas.
Ahora bien, yo creo que no tenemos
que esperar mucho tiempo para movernos hacia adelante y
aventurarnos en la microhistoria de ciertas comunidades que
podrían aportarnos muchos secretos acerca de la estructura y
dinámica de la vida social dominicana en el siglo XIX y
principios del siglo XX.
Muchas gracias.
Audio
Presentación de Frank Moya Pons
por Leonardo Díaz Jáquez
(2.94 mb)
Conferencia
“Historia
y Genealogía”
de Frank Moya Pons
(27.50 mb)
Preguntas y comentarios a Frank
Moya Pons del público asistente
(48.84 mb)
Se toma unos minutos cargar los
archivo de audio.
El tiempo será mayor mientras más grande sea
el archivo elegido, dependerá también de la velocidad de su
conexión de Internet.
Les recomendamos ser paciente.