El tener raíces serranas ha
influido mucho en mi entusiasmo para esta conferencia que la
Asociación de San José de Las Matas pro Desarrollo de la
Comunidad, por intermedio del buen amigo Piero Espinal Estévez,
me ha honrado en ofrecer en ocasión de la celebración del
bicentenario de la solicitud de erección de San José de Las
Matas como “villa de españoles con cabildo”. Así es:
Anazario Collado Báez y Ramona Adames Collado, padres de mi
tatarabuela materna María Altagracia Collado Adames de Díaz,
casaron el 7 de enero de 1863 en San José de Las Matas, donde
también nacieron mis tíos abuelos maternos Aníbal Antonio,
Blanca Leonor y Domingo Gustavo Pichardo Hernández en 1906, 1907
y 1909, respectivamente, cuando residía aquí mi bisabuelo
materno Juan Aníbal Pichardo Valerio, quien llegó a ocupar la
presidencia de su Ayuntamiento en 1911. También por la línea de
mi madre, mis ancestros Hernández, Fernández, Díaz, Collado,
Adames, Ureña y Valerio, entre otros, nacieron en Jánico,
Gurabo, Sabana Iglesia y Bao. Mi tatarabuelo materno Manuel de
Jesús Hernández Tavares fue donante en 1881 de los terrenos
donde actualmente se encuentra el municipio de Jánico, entre
cuyos fundadores estuvieron mis también ancestros maternos
Nicolás Adames, Perfecto y Anazario Collado. De mi cuarto
abuelo, el general Fernando Valerio, conocemos sus ascendientes
maternos Gil, Tineo y Grullón, todos materos. Por demás, mi
tatarabuelo materno Domingo Miguel Pichardo Román formó parte de
la comisión que en 1884 determinó los límites territoriales
entre San José de Las Matas y Jánico, cuestión que mantuvo en
disputa a ambas comunes desde la erección de la última en puesto
cantonal en 1875 y que renacería con su elevación a común en
1881.
Los municipios de San José de
Las Matas y Jánico se encuentran vinculados estrechamente en sus
orígenes como enclaves humanos de lo que se conoce como La
Sierra. De ellos, San José de Las Matas es la más antigua
demarcación territorial de la provincia de Santiago, primero
como pueblo, partido y parroquia en tiempos coloniales, y
después como común y municipio en los siglos posteriores. Desde
los puntos de vista demográfico y genealógico, su consideración
como demarcación territorial a partir de la época colonial tiene
un gran valor, ya que era la principal población de La Sierra,
abarcando buena parte de lo que hoy se denomina Línea Noroeste,
es decir todo el territorio al Oeste de la ciudad de Santiago,
incluyendo la hoy provincia de Santiago Rodríguez y parte de las
actuales provincias de Valverde y Montecristi.
Es esta, además, la única
circunscripción que ha permanecido siempre dentro del mapa de la
provincia de Santiago, en una historia de inclusiones y
segregaciones. En efecto, la actual configuración territorial de
la provincia de Santiago ha variado en el curso de los siglos.
Esa transformación de sus límites aparece estrechamente
vinculada, de manera principal, a la aparición sucesiva de
textos legales producidos por diferentes gobiernos en el curso
de la historia, los cuales modificaron las divisiones
territoriales que la integraban, ya sea incluyendo unas o
segregando otras, pero manteniendo perennemente a San José de
las Matas dentro de la misma y en vinculación con Santiago de
los Caballeros.
En la evolución de su
configuración político administrativa, San José de Las Matas
aparece con los nombres de Las Sierras, Las Matas, Las Matas
de la Sierra o simplemente como San José de Las Matas,
habiendo sido pueblo antes de 1795;
parroquia del Partido de Santiago hasta la cesión de la parte
española de la isla en 1795 por el Tratado de Basilea;
parroquia del Primer Partido del Norte después de la
reincorporación de la parte española de la isla a España, tras
la guerra de la Reconquista;
común del Departamento del Cibao durante la Ocupación Haitiana;
común del Departamento de Santiago a raíz de la proclamación de
la Independencia en 1844;
común de la Provincia de Santiago de los Caballeros en virtud de
la Ley No.40 del 9 de junio de 1845;
Comandancia de Armas del Gobierno Político-Militar de Santiago
en la época de la Anexión;
común nuevamente después del triunfo restaurador y finalmente
municipio en atención a la Constitución proclamada el 1 de
diciembre de 1955 y la Ley No.4381 del 10 de febrero de 1956.
De su lado, Jánico fue pueblo; cantón por decreto No.1433 del 19
de julio de 1875, segregándose entonces de la común de San José
de Las Matas; común de la provincia de Santiago mediante decreto No.1927 del
29 de marzo de 1881
y municipio al igual que
San José de Las Matas en virtud de la Constitución de 1955 y la
Ley No.4381 de 1956.
Es de observar que una categoría no comprendida entre las
anteriores pero que también se les atribuyó fue la de “partido”,
la cual ambas compartían ya para 1783 respecto de la parroquia
de Santiago.
Los orígenes de la presencia
humana en estos municipios se han explicado a partir de la
hipótesis —sin respaldo
documental, valga aclarar—
de dos movimientos poblacionales desde zonas llanas. El Dr.
Miguel Montalvo, en su pequeña obra “Imágenes de mi pueblo -
San José de Las Matas” (Impresora Conadex, 1991), establece
que el primero de ellos ocurrió a fines del siglo XV, cuando un
grupo de españoles, por la seguridad que ofrecían las montañas y
lo adecuado de su clima, se radicaron en algunos puntos, “llevando
con ellos algunos de los grandes ganados que ya para esa época
se desarrollaban en las regiones norte y noroeste de la isla”.
Esta primera migración no
parecería desvinculada de un hecho histórico precedente, el
primero registrado en estos lugares: la fundación, en el lugar
hoy denominado Fortaleza, de la fortaleza de Santo Tomás en
1494, en el nitainato de Jánico, perteneciente al cacicazgo de
Maguana. En este punto, el Almirante Cristóbal Colón dejó una
guarnición de 50 hombres al mando de Pedro Margarit, número que
aumentó posteriormente, llegándose a contar 300 españoles. Pero
vale apuntar que esta primera fortificación española en el
interior de la isla y segunda del Nuevo Mundo fue abandonada con
toda seguridad después de la captura del cacique Caonabo por
Alonso de Ojeda, uno de los objetivos implícitos en su fundación.
El segundo flujo migratorio se
verificaría de acuerdo a Montalvo y al Dr. Piero Espinal Estévez,
a partir de las devastaciones de las ciudades de Bayajá, La
Yaguana, Puerto Plata y Montecristi
—ubicadas en la banda Norte de la isla—
por el gobernador Antonio de Osorio en 1605 y 1606: parte de los
habitantes de esas ciudades, trasladados a la banda Sur, se
presume se separarían del grueso de sus pobladores y se
adentrarían junto a sus ganados en las estribaciones de la
cordillera, “uniéndose a los pocos españoles ya establecidos
allí desde hace varios años antes, comenzando en ese momento la
verdadera colonización de esta parte de la isla”.
Las vías que les servirían de acceso serían sin dudas los
caminos que fueron ruta de a pie para los aborígenes en tiempos
precolombinos.
Conforme a los Dres. Montalvo y
Espinal, esos pobladores se agruparon a orillas del río Inoa. “De
esta manera” —dice Montalvo— “se originaba lo que en
principio fue un pequeño hato o sitio de crianza y pastoreo de
ganado y que con el tiempo daría lugar a un pequeño poblado y
posteriormente a una villa”. Ese pequeño poblado, que se
trasladó “unas leguas más arriba” del sitio original por
las continuas crecidas del río en el siglo XVIII, fue llamado
San José de Las Matas.
Somos de opinión que no sólo el Inoa, como abastecedor de un
servicio básico, fue el único río junto al cual se situaron
conglomerados humanos; podemos considerar también los ríos Bao,
Jánico y Gurabo, por sólo citar algunos, en torno a los cuales
se fomentaron núcleos poblacionales.
Desgraciadamente, la
documentación existente sobre las comunidades de la Sierra data
de principios del siglo XIX. La hipótesis de su población en los
siglos XV y XVI, si bien atendible, queda pues en el campo de la
especulación.
Las primeras referencias de
habitabilidad de determinadas zonas se sitúan en el siglo XVIII.
En efecto, ya en 1776 Jacinto Jacques en Las Matas y Manuel Báez
en Jánico eran propietarios de esclavos
y hacia 1783, Las Matas y
Jánico, como dijimos, eran “partidos” de la parroquia de
Santiago,
lo que demuestra su existencia como conglomerados humanos de
interés para entonces. Estos asentamientos eran hatos: en
efecto, el autor Manuel Hernández González, al describir ambos
partidos, dice lo siguiente: “El partido de Las Matas, en la
sierra abajo del sur, se localizaba a 7-8 leguas, desde el
paraje de la ermita. Se extendía por 12 leguas con siete de
ancho. Lindaba con los de Jánico y Ámina. Comprendía 104 hatos
poblados de toda especie de ganado. Su vecindario era de 500
personas que lo habitaban siempre, a excepción de algunas
familias que en las principales festividades del año concurrían
a Santiago”. (…) “El de Jánico, lindante con Las Matas,
abarcaba de seis a siete leguas de largo hasta el término de la
jurisdicción de Santiago por el oriente y casi las mismas de
ancho, con más de 20 leguas hacia el sur "de serranías
despobladas e intransitables" Poseía 54 hatos y 330 habitantes
con residencia fija”.
El acta de bendición de la
ermita de Jánico de fecha 8 de diciembre de 1817 nos permite
considerar también el siglo XVIII como aquel al que podemos
remontar los más antiguos orígenes familiares. En este
documento, el Pbro. José María Reyes Colón, Cura Rector y
Vicario Foráneo de San José de Las Matas, dice que en ocasión de
la bendición de la ermita construida “en el sitio de Jánico”
por don Francisco Reyna, encontró tres campanas, una grande y “dos
chicas que eran de la antigua ermita que había en el mismo
paraje”.
El Pbro. Santiago Godbout, en su libro “Xanique - Su historia
parroquial”,
dice que “una ermita dura por lo menos de 40 a 50 años”,
de donde se deduce que en el sitio de Jánico ya existía una
población para 1767 ó 1777. Por demás, el Pbro. Reyes Colón hace
constar en el acta citada que mandó a convocar “el vecindario
de aquel destino” y que celebró “el mismo día a hora
competente el Santo Sacrificio de la Misa con bastante concurso”.
El padre Godbout, al historiar
las secciones de los municipios de San José de Las Matas y
Jánico en sus libros “Xanique - Su historia parroquial” e
“Historia parroquial de San José de Las Matas”, establece
sus poblamientos por diversas familias a partir de los años de
1880, basado en las actas asentadas en los libros parroquiales,
pero comparte la conclusión de que la presencia humana es
comprobable desde el siglo XVIII, al resaltar como secciones más
antiguas a Gurabo,
El Caimito, cuyas familias emigraron de Jánico y Sabana Iglesia
“en los años 1780 a 1800”,
y Guama, cuyos primeros habitantes remonta a la primera década
de 1700, “siendo uno de los primeros el señor Manuel Ureña”.
Testimonios de personajes de
nuestra genealogía confirman igualmente nuestra hipótesis
dieciochesca. Así, Anazario Collado Báez y Ramona Collado Adames,
en la declaración que hicieron ante el Pbro. José Eugenio
Espinosa el 13 de diciembre de 1862 en San José de Las Matas
para obtener la dispensa eclesiástica exigida a fin de contraer
matrimonio dada su consanguinidad, dijeron contar cada uno con
23 años y remontaron su ascendencia, el primero hasta su
bisabuelo y la segunda hasta su abuelo, ambos hermanos, hijos de
padres desconocidos. Si hacemos aplicación de la constante
genealógica que marca en 30 años, más o menos, el
desenvolvimiento de una generación, podemos señalar que, al
menos el apellido Collado ya estaba presente en la zona en 1719.
La misma constante puede ser
aplicada a otros personajes de nuestro árbol genealógico, como
Julián Fernández Núñez, que nació cerca de 1819;
Isabel Ureña Mesón, nacida hacia 1820;
Manuel de Jesús Hernández Tavares, nacido hacia 1825,
y Sara Valerio Gutiérrez,
cuyo nacimiento acaeció aproximadamente en 1830. El nacimiento
de sus padres se situaría, conforme la regla antes mencionada,
entre 1789 y 1795.
La procedencia de los pobladores
cuyo nacimiento se sitúa en los inicios del siglo XVIII o que
aparecen asentados en estas serranías en la primera mitad de ese
siglo es incierta, si asumimos que no tenían vínculo familiar
alguno con elementos asentados en el siglo XVII a raíz de las
devastaciones, si los hubo. Otros pertenecientes a generaciones
posteriores bien pudieron ser españoles compelidos a abandonar
sus posesiones por las incursiones de los franceses que se
ubicaron en la parte Oeste de la isla
—quienes desde muy temprano
en el siglo XVIII empezaron a asentar hatos al este del río
Dajabón—
o acaso canarios o
descendientes de los canarios que en la frontera fundaron
Dajabón (1740), Montecristi (1751), San Rafael (1761)
y San Miguel de la
Atalaya (1768),
ciudades que serían impactadas por las repercusiones fronterizas
de la revolución de los esclavos en Saint Domingue en 1791 y el
estallido de la guerra entre Francia y España en 1793.
Dos referencias parecerían
avalar este origen canario. En el partido de Cana, por ejemplo,
con 74 hatos poblados de ganado vacuno y bestias caballares en
1783, había algunos “de algunas familias de origen canario
como el de Campo Marrero”
y en Dajabón, entre las
familias canarias que la habitaban en 1766, se cita a la Espinar
o Espinal, con quince cabezas de familia,
apellido este representativo de San José de Las Matas. Mario
Jáquez Torres, en su voluminosa obra genealógica inédita sobre
apellidos serranos, cita 23 estirpes de este patronímico.
Recordemos además que, según la
petición elevada por los habitantes del “Partido de Las Matas”
el 29 de agosto de 1810 para la fundación de una “villa de
españoles con cabildo”, de sus “más de dos mil vivientes”,
“los más de ellos [eran] criollos, o enlazados con
criollos [nacidos en la isla, EEH],
mediante los vínculos, y estrechas relaciones de parentesco y
matrimonios”. A propósito de la endogamia practicada por los
habitantes de Las Matas y en abono de ese presumido origen
canario, Roberto Cassá refiere que el sentimiento de
superioridad que caracterizaba a los canarios por su condición
de blancos “se manifestó en un comportamiento endogámico, que
tendió a excluir matrimonios con negros y mulatos durante
generaciones”.
Vale acotar, no obstante, que la localización de esta comunidad
en las estribaciones de la Cordillera Central, alejada de otros
asentamientos humanos de importancia, también puede explicar la
unión entre personas descendientes de parientes comunes en
varias generaciones y no remitirnos necesariamente a una
ascendencia canaria.
La instancia en solicitud del
establecimiento en el “Partido de Las Matas” de una villa
capitular en 1810,
pese a su destrucción en 1805, cuando junto a Jánico fue
incendiada por la columna del ejército de Jean Jacques
Dessalines que comandaba Henri Christophe en su retirada hacia
Haití después de la invasión a la parte Este de la isla,
pudo fundarse en la progresiva llegada de propietarios que junto
a sus esclavos escogieron su territorio como lugar de refugio.
Frank Moya Pons, a propósito de este planteamiento, sustenta lo
siguiente: “No dudo que la zona fuese bien conocida por los
pobladores de Santiago desde muchos años atrás, pero la
incomodidad de los caminos debió disuadirlos de colonizar esta
zona hasta que tuvieron la necesidad de hacerlo para sobrevivir
a los haitianos. Recordemos que en el valle había gran
abundancia de tierras llanas, fértiles y bien mojadas. No había
todavía la presión demográfica sobre la tierra que obligó a la
gente a irse a las montañas”.
Una evolución demográfica
creciente, rastreable a partir de diversas fuentes, abona esta
tesis. Así, Manuel Hernández González, al describir el partido
de Las Matas en el siglo XVIII dice que su vecindario comprendía
500 personas;
para 1810, de acuerdo al ya citado memorial, el partido era
habitado por más de dos mil personas, y en 1813, conforme al
censo realizado por el Pbro. José María Reyes Colón, en 1812 Las
Matas tenía una población de 2,252 personas, que representaban
510 vecinos.
El número de habitantes sin dudas fluctuaría en algunos momentos
por su migración a otros lugares, como es el caso de La Vega y
comunidades localizadas en la banda occidental del río Yaque en
Santiago. Así por ejemplo, Isidoro Hernández Caba, hijo de
Antonio Hernández y Juana Caba, naturales de San José de Las
Matas, casó en La Vega en 1855, con Isabel Núñez Rodríguez,
también de padres materos;
a fines del siglo XIX es notoria también la presencia de
apellidos serranos en La Otra Banda, Las Charcas y Bella Vista
en Santiago, tales como Checo, García, Peralta, Borbón y
Tavares, lo que es demostrativo que sus ascendientes procedían
de San José de Las Matas. Confirma este aserto los hechos de que
en 1818 nació en San José de Las Matas Ana Joaquina Espinal
Borbón, hija legítima de Santiago Espinal y Petronila Borbón y
que en ese mismo año y pueblo, María Borbón aparece como madrina
de Petronila Rodríguez.
El aumento en el número de
propietarios con esclavos es también un indicador de su elección
como lugar de habitación de nuevos pobladores: de apenas un
propietario en 1776 —Jacinto
Jacques—
encontramos 17 en el
lapso 1814-1816. Estos últimos eran poseedores de 32 esclavos,
conforme el levantamiento realizado por Mario Jáquez Torres en
los libros de bautismos del Archivo Parroquial de San José de
Las Matas.
Es interesante observar a
propósito de estos esclavos que la esclavitud pervivió en La
Sierra aún después de su abolición en la parte Este de la isla.
Luisa Gerez [sic], viuda del capitán Juan Gutiérrez, era también
propietaria de varios mulatos y mulatas, los cuales aparecen
tasados en diversos valores en un acto de inventario y partición
de sus bienes del 14 de agosto de 1806, transcrito en otro de
fecha 24 de enero de 1831, a su vez anexo al acto No.44 del
protocolo del notario de Santiago Joaquín Dalmau,
correspondiente al año de 1907. Más de setenta años después,
Tomás Rodríguez, con la aceptación de su esposa Mariana Suriel,
donó veinticinco pesos de tierra “en el sitio de Babosico,
jurisdicción del partido de Sierra arriba” a Francisco de
Jesús, por haberlo tenido como esclavo, “con toda fidelidad,
y ser como es crianza mía”. Esa gracia aparece contenida en
un acto bajo firma privada fechado en Sabana Iglesia el 27 de
marzo de 1877. Aquella población negra sin dudas dejaría
descendencia: el oficial español Adriano López Morillo,
prisionero del ejército restaurador en Jánico en 1864, dice que
entre los soldados de su guarnición había muchos negros.
La lectura del importante
memorial de 1810, amén de ilustrarnos en cuanto a los apellidos
de la época —Estévez, López,
de la Caba, Torres, Rodríguez, Ureña, Espinal, Genao, Valerio,
Serrato y González—,
deja al descubierto una clave importante. Queda claro que la
población fue objeto entonces de una refundación “en el
paraje mismo de la Hermita” —donde
los peticionarios firman el documento—,
pues se expresa que llegó a contar con una iglesia que se había
destruido “por las calamidades de estos tiempos pasados”
(¿el incendio de 1805?).
Se indica también que sus habitantes
—de los que se deduce eran
agricultores y criadores de ganado—,
se comunicaban con Santiago a través de un “camino dilatado”,
cuyo tránsito debía salvar tres ríos.
Otros acontecimientos que así lo
ilustran son los fallecimientos de Catalina Jáquez y Felipa
Pilarte viuda Uceta en 1815 y 1816 respectivamente, acaecidos en
Cana (actual Cana Chapetón, en Guayubín). Ambas fueron
sepultadas en la ermita de Sabaneta y sus actas de defunción
fueron instrumentadas por el párroco de San José de Las Matas,
figurando en el Libro Primero de Defunciones, actas 14 y 29, de
esta parroquia.
Cabe citar también el matrimonio del prócer de la Restauración
Santiago Rodríguez con Josefa Bueno Cruel, celebrado en la
ermita de Sabaneta el 25 de abril de 1852 por el Pbro. José
Eugenio Espinosa, cura de la parroquia de San José de Las Matas,
y cuyas tres amonestaciones previas fueron leídas en la iglesia de esta última comunidad.
Pese a la antigüedad de la
presencia humana en La Sierra, los primeros testimonios escritos
que se conservan corren a partir del segundo decenio del siglo
XIX, razón por la cual en un estudio genealógico no es posible
remontarse documentalmente a ancestros muy remotos, salvo si se
encontrasen en dispensas de consaguinidad generaciones más
antiguas. En San José de Las Matas, el primer bautizado
consignado lo fue el 30 de mayo de 1814, pues la parroquia fue
erigida apenas el día 6 de ese mismo mes;
los libros de matrimonios en la parroquia se inician en 1827, en
tanto que en la oficialía del Estado Civil en 1874; las actas
eclesiásticas de defunción comenzaron a escriturarse en 1813 y
los nacimientos en los registros civiles en 1872. En Jánico, el
primer nacimiento y el primer matrimonio civil fueron
registrados en la Oficialía del Estado Civil en 1881, año en que
fue constituido en común, en tanto que el primer bautismo y el
primer matrimonio católico se asentaron en los libros
parroquiales en 1884, cuando fue creada la parroquia. El primer
fallecimiento que se hizo constar en la oficialía ocurrió en ese
mismo año.
En el caso de San José de Las Matas, los repositorios
documentales han padecido seriamente, pues la comunidad fue
destruida total o parcialmente por incendios en 1895, 1938, 1954
y 1963.
Así, encontramos que en los libros de bautizos se perdieron
lapsos considerables: de 1814-1819 se salta a 1858-1878 y en las
defunciones tenemos que se pasa de actas correspondientes al
período 1813-1818 a otras del lapso 1836-1894.
Estos archivos civiles y
eclesiásticos constituyen una valiosísima fuente para el
conocimiento de su demografía histórica
—aspecto no trabajado aún—
y de la genealogía de familias representativas de La Sierra,
como lo evidencia la encomiable investigación realizada por
Mario Jáquez Torres, quien a partir de la compulsa de actas de
nacimiento, bautismo, matrimonio y defunción, ha estructurado
los árboles genealógicos de más de 216 apellidos.
Otra fuente clave en la que han
abrevado unos pocos son los protocolos notariales conservados
en Santiago y en los juzgados de paz de San José de Las Matas y
Jánico. Aquí se pueden descubrir no sólo informaciones
genealógicas primarias sino también otras interesantísimas
referidas a la estructura agraria de los hatos y a prácticas
sociales rurales, así como al acceso, distribución, ubicación y
control de los terrenos comuneros en estas zonas por sucesivas
generaciones, especialmente en los actos referidos a ventas de
inmuebles y particiones de bienes sucesorales. La unidad agraria
conocida como “pesos de terreno”, por ejemplo, no obstante ser
su equivalente real en tareas muy variable de un terreno a otro,
oscilando en unos casos entre 3.7 y 16 tareas,
nos permite deducir la importancia de los propietarios de
determinados sitios comuneros. Citamos como ejemplo el caso de
la ya mencionada Luisa Gerez viuda Gutiérrez, propietaria de
3,356 pesos de terreno, repartidos entre Babosico, Sabana
Iglesia, Las Mesetas, Guanajuma, Los Pilones, Janey, Los
Marmolejos y La Jagua Arriba; de aplicar las cifras equivalentes
citadas, esta señora era propietaria de 12,417.20 ó 53,696
tareas, respectivamente.
La propiedad de pesos de terrenos en diferentes sitios nos
remite igualmente a la presencia en dichos lugares de ramas de
determinados apellidos. Son los casos de Nicolás Fernández y
Gertrudis Gil, algunos de cuyos descendientes vivían en Sabana
Iglesia, Babosico y Tavera, secciones donde eran propietarios,
y de Manuel Ureña, propietario, entre otros lugares, de “derechos
de tierra” en Albanita, una de las “casas solariegas”
de su patronímico.
Las dispensas otorgadas por las
autoridades eclesiásticas a contrayentes de la parroquia de San
José de Las Matas que obran en el Archivo Histórico del
Arzobispado de Santo Domingo constituyen también un riquísimo
filón de datos genealógicos, no suficientemente estudiado hasta
ahora, que permiten establecer parentescos insospechados y
remontar orígenes familiares al siglo XVIII. En su comparecencia
personal por ante el cura párroco, los contrayentes declaraban
quiénes eran sus padres, abuelos, bisabuelos, etc., hasta llegar
a su ancestro común, información que era ratificada por terceros
no vinculados consanguíneamente, conocedores de estos parientes,
con lo cual el testimonio sobre su parentesco resultaba
debidamente contrastado. La máxima autoridad eclesiástica
“dispensaba” entonces el impedimento que constituía su vínculo
filial a fin de permitir el casamiento.
Entre 1826 y 1836 y 1844 y 1882,
la instrumentación de los expedientes de consanguinidad en las
parroquias de San José de Las Matas y Jánico, respectivamente,
estuvo a cargo del Pbro. José Eugenio Espinosa. Tan extensos
períodos como pastor católico en estos lugares le permitió a
este sacerdote entrar en contacto con al menos tres generaciones
de serranos, adentrándose así en el conocimiento de sus lazos de
consanguinidad, amén de su parentesco con los descendientes de
los primeros pobladores que se establecieron en La Sierra. A
este respecto dice Mario Jáquez: “Su abuelo fue el escribano
José Sainz de Azcona casado con Antonia López, de quien
descienden todos los Azcona esparcidos en La Sierra y sus
alrededores. Tío de su madre lo fue José López, casado con
Isabel Ureña Valerio, tronco de los López de la región; vale
acotar que de los hermanos de Isabel Ureña descienden todos los
Ureña de la Sierra. Un tío materno del padre Espinosa, José
Sainz de Azcona, estaba casado con María de las Nieves
Rodríguez, hermana de José Rodríguez, quien había sido unos de
los fundadores de San José de las Matas y uno de los firmantes
de la petición de sus pobladores en 1810, para ser erigidos como
“villa de españoles con cabildo”. Otra hermana de estos
Rodríguez, María, estaba casada con Agustín Jáquez, hijo de
Mariana San Pedro de Peralta, viuda de Jáquez, quien donó los
terrenos para establecer la iglesia y el cementerio de San José
de las Matas. Una hermana del cura, Petronila Espinosa, casó con
Manuel Santelises, ancestro de todos los Santelises esparcidos
por la región”.
Las dispensas ponen en evidencia
que la población de La Sierra fue, durante siglos, un grupo
cerrado caracterizado por la endogamia. La declaración que
hicieron mis quintos abuelos Anazario Collado Báez y Ramona
Collado Adames ante el Pbro. José Eugenio Espinosa el 13 de
diciembre de 1862 en San José de Las Matas para obtener la
dispensa exigida a fin de contraer matrimonio dada su
consanguinidad, es una prueba contundente. En ella se lee lo
siguiente: “Preguntados: ¿Qué causas asisten para solicitar
ls (sic) gracia de la dispensación? Que en el consecto
(sic) de los declarantes, probado por la experiencia
(sic) comúnmente, es lo muy enlasados (sic) en
parentesco de las familias por ser desendientes (sic) de
tres o cuatro troncos en este lugar; y la falta de comunicación
con otras partes hace oasis de necesidad estos enlaces”. La
endogamia era pues una práctica de data muy antigua, impuesta no
sólo por el limitado número de estirpes existentes sino también
por las condicionantes geográficas, y que se refleja hoy como
el más característico rasgo identitario de las distintas
demarcaciones de Jánico y San José de Las Matas, cuyos
habitantes resultan parientes varias veces en diferentes
generaciones.
ADDENDUM
Apellidos pioneros en San José
de Las Matas y Jánico.
Fuente: Jáquez Torres, Mario “Familias de pueblos: San José de
Las Matas”, 5 y 12 enero 2008, Cápsulas Genealógicas, Suplemento
Areíto, periódico Hoy.
ADAMES: Pablo Adames, quien casó
con Dionisia García, nació hacia 1765 y se estableció en Bao,
Jánico, y es tronco de todos los Adames en la región. Entre sus
hijos podemos destacar a Nicolás Adames, quien casó con María
Collado Fernández, y fue uno de los fundadores del pueblo de
Jánico en 1881.
ARACENA: Florencio Aracena, quien
nació hacia 1775, casó con Antonia de Jesús. Es de los primeros
con ese apellido en el área. Su descendencia se estableció en el
lugar denominado Don Juan, San José de las Matas.
AZCONA: Los datos más antiguos
existentes se remontan a Juan Sainz de Azcona, escribano y
diputado por Santiagoen 1805. Nació hacia 1775, y fue hijo de
José Sainz de Azcona y Antonia López. Casó con María de
las Nieves Rodríguez Peralta. De el descienden todos los Azcona
esparcidos en el Cibao.
BÁEZ:
Manuel Báez en Jánico, era propietario de esclavos para 1776.
BIDÓ: El tronco de los Bidó en
el área fue Pedro Bidó, quien nació hacia 1775 y casó con María López Ureña.
BISONÓ: Todos los Bisonó del
país descienden de Pedro Bisonó, quien nació hacia
el 1775 y casó con María Thami. Posiblemente fue hijo de Juan
Bisonó, registrado en su defunción como natural francés, casado
con María Framingdano, llegado al país procedente de la colonia
francesa, hoy Haití, seguramente a consecuencias de la revuelta
de los esclavos en 1791. Juan falleció el 26 de diciembre de
1817 en San José de las Matas.
BUENO: Los datos más antiguos se
remontan a Dionisio Bueno, hacendado y poseedor de esclavos,
quien nació hacia el 1735, y casó primero con Josefa Mesón y luego con
María Almonte.
CABA: El tronco de los Caba fue
José de la Caba, quien nació a mediados del siglo XVIII, y casó
con Mariana Gil. De estos descienden dos de los fundadores de
San José de las Matas, Juan Caba y el coronel Francisco Caba,
prócer y mártir de las guerras de Independencia. Estos se
establecieron en Los montones, San José de las Matas.
CHECO: Los registros más
antiguos son de los hermanos Carlos y Bacilio Checo, quienes
fueron hijos de Domingo Checo y Juana García, tronco de todos
los Checo del país. Carlos
nació hacia el 1790 y casó con Manuela Jáquez, se establecieron
en Las Brujas, San José de las Matas, fueron los padres entre
otros de José María Checo, coronel de las reservas del ejercito
español. Basilio, el segundo de los hermanos Checo, nació hacia
el 1800 y casó con
Bárbara Escoto, vecinos de Santiago.
COLLADO: Uno de los apellidos más
antiguos de la zona. Raymundo Collado, quien nació hacia el 1720
y casó con Antonia de la Cruz.
CORONA: El tronco de los Corona
fue José Ramón Corona, quien nació en 1784 en Fort Dauphin,
Haití, fue hijo de Juan Corona, un comerciante de esa villa,
natural de las Islas Canarias, y de Luisa Pérez de Guzmán,
nativa de Gavane. José Ramón casó con Petronila Fernández
Collado, natural de los ranchos de Babosico, sus descendientes
esparcieron el apellido en Sabana Iglesia, Jánico, San José de
las Matas y zonas aledañas.
CRUZ: Existen varias ramas, la más
numerosa desciende de Luis de la Cruz, quien nació hacia el 1760
y casó con Elena Peralta.
DÍAZ:
El personaje más antiguo localizado es de Diego Díaz, quien
nació hacia el 1725 y casó con Mariana Jiminián.
DURÁN: Otro de los apellidos más
antiguos en la zona, existen varias ramas, posiblemente con
estrecha relación de parentesco entre ellas. Las informaciones más remota
que se poseen son de Juan Durán, establecido en Cañafistol,
poseedor de esclavos para el año 1776; Pedro Durán, quien nació
hacia el 1760 y casó con María del Socorro Vásquez; y Enrique Durán,
quien nació en
1760 y casó con Gregoria Jerez Vargas.
ESPINAL: Este apellido procede
de familias canarias que fueron traídas al país para repoblar
los pueblos de la frontera. De este apellido existen varias
ramas, pero parecen que pertenecen a un mismo linaje. Documentos
encontrados señalan a un Antonio Espinal o Espinar, quien nació
a finales del siglo XVII, como tronco de varias ramas de este
apellido en San josé de las Matas, Sabaneta y Jánico. Este José
Espinal, posiblemente oriundo de Las Islas Canarias, pudo haber
sido el tronco de los Espinal que fundaron a Dajabon a mediados
del siglo XVIII. Otros posibles descendientes de José Espinal
fueron Pablo Espinal, quien nació hacia el 1735 y casó con Elena
Rodríguez Ureña; Domingo Espinal, quien nació hacia el 1740 y
casó con María Jiménez; Tiburcio Espinal, quien nació hacia el
1785, quien fue regidor de Cotuí, casó con Josefa Miniel.
ESTÉVEZ: Los datos más antiguos
señalan al comandante don Francisco Estévez, prócer de la Guerra
de la Reconquista, quien nació hacia el 1760, y casó María
Josefa Bueno Mesón, se establecieron en Inoa, San José de las
Matas,
donde procrearon extensa familia.
FERNÁNDEZ:
Es uno de los apellidos más antiguos del área de los Ranchos de
Babosico y Sabana Iglesia. Existen varias ramas, entre las
familias más antiguas podemos citar la de Juan Fernández, quien
nació hacia el 1735 y casó con Juana Pérez; Jacinto Fernández,
quien nació hacia el 1750 y casó con Juana Peralta; Nicolás
Fernández, quien nació hacia el 1765 y casó con Gertrudis Gil.
Estos dos últimos, posiblemente descientes o fueron parientes de
otro Nicolás Fernández, quien tuvo un hato de ganado y fue
poseedor de esclavos, establecido en Babosico, para el 1776.
GARCÍA: Entre los más antiguos
figuran Antonio García, quien nació hacia el 1765 y casó con
Isabel Faña; otro Antonio García, quien nació hacia el 1770 y
casó con Andrea Suriel; Francisco García, procedente de
Santiago, quien casó con Simona Tavares Tineo.
GENAO: Existen varias ramas,
entre ellas las que descienden de Francisco Genao, quien nació
hacia el 1735 y casó con Ana Rodríguez Burdie; José Bonifacio
Genao, quien nació hacia el 1735 y casó con Juana Rodríguez; y
Esteban Genao, quien nació hacia el 1770 y casó con Francisca
Peralta.
GÓMEZ: Encontramos a Manuel Gómez,
quien nació hacia 1775 y casó con Bernarda Estrella, y Francisco Gómez,
quien nació hacia el 1775 y casó con Josefa López Ureña.
GONZÁLEZ: Los datos más antiguos
señalan a José González, quien nació
hacia el 1770 y casó con Petronila Rodríguez; Batolomé González,
quien nació hacia el 1770 y casó con María Hernández; otro
Bartolomé Hernández, quien casó con María Dolores Torres Minier;
y Esteban González,
quien nació hacia el 1775 y casó con Oyala Jáquez. Unos
documentos indican que algunas de estas familias proceden de
Puerto Plata.
GORIS: Entre los más antiguos
figura Pedro Goris, quien nació a finales del siglo XVIII, casó con María
Josefa o Juana Bisonó.
GUTIÉRREZ: Datos encontrados
señalan al capitán Juan Gutiérrez, quien casó con Lucía Jerez; a
Diego Gutiérrez, quien nació hacia el 1745 y casó con Isabel
Ureña; a Blas Gutiérrez, quien nació hacia el 1755 y casó con
Juana Suriel; así como a Manuel Gutiérrez, quien
nació hacia 1775 y casó con Paula Peralta.
GUZMÁN: Existen varias ramas,
una de la que hemos podido rastrear más lejos es la que tiene
como tronco a Diego Guzmán, quien nació hacia el 1760 y casó con
María Bueno Mesón. Otros troncos fueron Silvestre Guzmán, quien
nació hacia el 1755 y casó con
Luisa De Veras; y Luis Guzmán, quien nació hacia el 1780 y casó con
María de Socorro Velásquez.
HERNÁNDEZ:
Existen varias ramas Hernández, uno de los troncos más antiguos
fue Antonio Hernández, quien nació a mediados del siglo XVIII,
se estableció en Gurabo, Jánico, casó con Rosa Bardera. De estos
descienden muchas familias de la ciudad de La Vega.
HERRERA: El tronco de los
Herrera fue Pedro Herrera, quien nació hacia el 1750, natural de
Santiago, capitán del Segundo Escuadrón de Dragones, casó
con Antonia López. Sus descendientes se establecieron en Guajaca
y Los Platanitos, sección de Inoa, San José de las Matas.
JÁQUEZ: Es uno de los apellidos
más antiguos en la zona, entre los datos figura Baltazar Jáquez
nacido hacia el 1700, casado con Ana Rosa Peralta;
Francisco Jáquez casado con Mariana San Pedro de Peralta, ya
viuda en edad avanzada, donó en 1813 el terreno para edificar la
primera iglesia. Agustín Jáquez nacido por el 1746, casado con María Rodríguez.
Jacinto Jáquez, poseedor de esclavo para el
1776, establecido en el partido de Las Matas. Documentos
encontrados indican que
este apellido proviene de un lugar llamado El Partido o El Hato
de Cana, cerca de la frontera, este lugar fue despoblado como
resultado de la Desvastación de Osorio.
JEREZ: Entre los más remotos
encontramos a Miguel Jerez, nacido hacia el 1775, casado con
Catalina Sánhez, así como a Raymundo Jerez, casado con Josefa
Vargas.
JIMÉNEZ: Martín Jiménez, nacido
por el 1775, casado
con Thomasa Gutiérrez.
LAFRANCO: Descienden de Nicéforo
Lanfranco, establecido en Jánico, casado con Escolástica Espinal.
LIBERATO: El primero en el área
fue Francisco Liberato, hijo natural de Margarita Liberato, casado con María Gómez.
LLAVERÍAS: Estos descienden de
Juan José Llaverías, casado con María Josefa Bernal Soto,
natural de Santiago, casados en Santo Domingo en 1839. Este Juan
josé era hijo a su vez de Juan José Llaverías, natural de
Cataluña, España, y de Carmen Rodríguez.
LÓPEZ: El tronco de los López de
San José de las Matas fue Josef López, nacido por
el 1745, hijo del capitán Gregorio López y Juana Fernández de
Barrios, casado con Isabel Ureña Valerio. Josef e Isabel fueron
los padres, entre otros, de Antonio López, capitán de Dragones
de la compañia del Partido de la Sierra para 1789, fue uno de
los fundadores de San José de las Matas. Otro de los hijos fue
Juan López, alcalde de la hermandad para el 1817, luego Alcalde
Constitucional de San José de las Matas. En 1844 fue elegido
Diputado al Congreso Constituyente que firmó la primera
constitución de la República Dominicana en San Cristóbal. Una
hermana de Josef fue Antonia López, casada con Juan Sainz de
Azcona, bisnieta de Antonia, fue el padre José Eugenio Espinosa
Azcona, natural de Santiago, fue su padrino de bautismo, Juan
López, cura de Moca, lo que hace suponer algún parentesco entre
ellos.
LUNA: Todos descienden de Joaquín
de Luna, nacido hacia el 1785, natural de Santiago, casado con
Gertrudis Fernández Gil, natural de Sabana Iglesia.
MARTÍNEZ: Existen varias ramas y
no se sabe si descienden del mismo linaje. El más antiguo
de todos es Andrés Martínez, nacido hacia 1740, quien casó con
Petronila Peralta.
MERCADO: Entre los más antiguos
figura Juan de Mata Mercado. Igualmente Patricio Mercado quien
casó con Micaela Rodríguez.
MESÓN: Pablo Mesón, nacido hacia
el 1765, casado con
María del Rosario.
MONTALVO: Los Montalvo de San
José de las Matas descienden de Rafael María (Fello) Montalvo,
natural de Moca, hijo de Manuel de Jesús Montalvo y Felipa
Duechenes, natural de Santo Domingo. Fello casó con María Altagracia Santelises
Bernal.
MORÁN: Juan Morán, nacido hacia
el 1775, quien casó con
Antonia Martín, así como a Juan José Morán, nacido para la misma
fecha, casado con Nicolasa Díaz.
MORONTA: Juan Moronta, nacido
hacia el 1871, casado con Gregoria de Vargas.
MOSQUEDA: El primero en el área
fue Francisco Mosqueda en 1772, casdo con Bernardina Rodríguez,
hija de Manuel Rodríguez Valerio.
NÚNEZ:
Datos encontrados señalan a Isidro
Núñez, nacido hacia el 1730, casado con María Reinoso, como el
más antiguo de todos. Otra rama de Sabaneta, descienden de José
Núñez, nacido hacia el 1790, casado con María Mercedes Rodríguez
Villafaña.
OLIVO: El tronco de los Olivos
es Miguel Olivo Morel,
natural de Santiago, nacido hacia 1785, casado con Isabel Rodríguez
Torres.
ORTEGA: Gregorio Ortega, nacido
hacia el 1790, casado con María González. Juliana (Felina)
Ortega, nacida en la misma década, casó con Juan Ureña.
PACHECO: Esteban Pacheco, casado
con Francisca Mármol, y Domingo Pacheco, casado con María
Mercedes Bueno.
PADILLA: Manuel Padilla, casado
con Ana Bisonó.
PAYAMPS: Estos descienden de
Fernando Payan, nacido por el 1775, casado con Francisca
Estrella. Uno de sus hijos Jacinto Payamps casó con María
Altagracia Caba.
PEÑA: Uno de los primeros fue
Juan Pablo de Peña, nacido en la década del 1770 y casado con
Dominga Santana.
PERALTA: Este es uno de los
apellidos más antiguos de la zona. De los Peralta existen varias
ramas, los datos más antiguos se remontan a Gaspar Peralta,
nacido hacia el 1720, casado con Mariana Rodríguez, y Diego
Felipe de Peralta, nacido para la misma fecha, casado con
Francisca Rodríguez.
PICHARDO: Entre los más antiguos
encontramos a José Benito Pichardo, nacido por el año 1750, casado
con María Genao Rodríguez. Un hijo de ellos Antonio Pichardo,
murió en 1816 en San Carlos, lo que supone relación de
parentesco con los Pichardo de Santo Domingo.
PLACENCIA: Manuel Placencia,
nacido por el 1770 casado con Polonia de Vargas.
POLANCO: Tomás Polanco casado
con María Rodríguez.
QUEZADA: Pablo Quezada, nacido
por 1775, natural de La Vega, casado con Ana Abreu, así como Francisco
Quezada, nacido por el 1785, casado con Juana Espinal, son los
troncos de todos los Quezada en la zona.
RAMÍREZ:
Miguel Ramírez, casado con María del Pilar Alcántara,
procedentes de San Juan de la Maguana, y José Ramírez, casado
con polonia Bocanegra, procedente de La Vega.
REYES: Tomás Reyes, nacido
por el año de 1755 casado con Rosa Bautista.
RIVAS: Manuel Rivas, nacido a
finales del siglo XVIII, hijo natural de Lucía Rivas, casó con Mariana
Caba Rodríguez. Claudio Rivas, nacido en la misma época, hijo de
Mariana Rivas, casado con María del Rosario Santana Gómez, son
el tronco de esta familia en la zona.
RODRIGUEZ: Es el apellido más
extenso y uno de los más antiguos en el área, sino el más
antiguo de todos. La genealogía de este apellido se remonta a un
José Rodríguez, nacido por el 1675, padre entre otros de Gonzalo
Rodríguez, casado con Mariana Ureña, padres a su vez de Pedro
Rodríguez Ureña, uno de los fundadores de San josé de las Matas.
SALCÉ: Datos encontrados señalan
a Juan Bautista Salcé,
nacido por el 1840, casado con Petronila Estévez.
SALCEDO: Los Salcedos descienden
de Juan
Salcedo, nacido por el 1755, casado con Juliana Cabrera.
SANTANA: Entre los más remotos
encontramos a José Santana, nacido
por el 1775, casó con Bernarda Torres. También, Juan Santana,
nacido para el 1784, casó con Isidora Gómez.
SANTELISES: El tronco de los
Santelises
fue Manuel Santelises, teniente de Dragones, natural de
Santiago, nacido por el 1790, hijo de Miguel Santelises y María
Antonia Saviñón, casado con Maria Petronila Espinosa Azcona, nieta de José Sainz de Azcona.
SERRATA: Los de este apellido y
su variante los Serraty, desciende Andrés
Serrate, hacendado propietario de esclavos, uno de los
fundadores de San José de las Matas, nacido por el 1775, quien casó con Juana Torres Jáquez.
TAVARES: La mayoría descienden
de José Tavares, procedente de Santiago, nacido por el 1735, casado con
Rosa Tineo Grullón.
TAVERA: Antonio Taveras casado
con Joaquina Pilarte.
TEJADA: Gregorio Tejada, vecino
de Sabaneta, nacido
por el año de 1775, casado con Micaela Caraballo.
TINEO: José Tineo, nacido
por el 1790, casado con Rosa Rodríguez.
TORRES: Existen varias ramas que
problablemente desciendan de un mismo tronco. La más
antigua y extensa es la que desciende Bernardo Torres, hacendado poseedor
de esclavos, fue de los fundadores de San José de las Matas, nacido por el 1720, casado con Isabel Jáquez
Peralta. Estos Torres procedentes de La Línea, se establecieron
algunos en sabaneta y otros en Las Canas, San José de las Matas.
Diego Torres, hijo de Bernardo, fue también uno de los firmantes
de aquella solicitud para fundar el pueblo, algunos de sus hijos
se establecieron en Moca.
UREÑA: Es uno de los apellidos más
antiguos, todos descienden de Domingo de Ureña, nacido hacia el
1700 o antes, casado con Juana Céspedes.
VALERIO: Datos apuntan a un
Fernando Valerio, nacido hacia el 1750, casado con Isabel de
León. Cabe señalar que este apellido existe en la región desde
principio del siuglo XVIII. Podemos citar a Antonia Valerio,
antes mencionada, nacida hacia el 1720, y Juana Valerio, nacida
hacia el 1730.
VARGAS: Entre los primeros
miembros de esta familia está Francisco de Bargas, nacido por el
1780, casado con Ángela Pichardo. Carlos de Bargas, casado con
Francisca Durán.
ZAPATA: Santiago Zapata, nacido
hacia el 1780, casado con María Bueno.
ZARZUELA: El primero fue
Eleuterio Zarzuela, nacido hacia el 1820, casado con María
Francisca Paniagua, naturales de San Juan de la Maguana, ellos
fueron los abuelos del general Félix Zarzuela, reconocido jefe
de guerrillas, que luego fue síndico de San José de las Matas.
Notas Bibliográficas:
El Dr.
Juan B. Pérez Rancier, (1883-1968), pionero en el
estudio de nuestros recursos naturales y en el alpinismo
criollo, refiere en sus apuntes, al referirse a un
recorrido por el río Bao, al llegar a Rancho al Medio:
"Allí se encuentran numerosos vestigios de que el
paraje sirvió de habitación a los buscadores de oro
españoles de los tiempos de la Conquista, pueden verse
los troncos de aguacates, de naranjas chinas, y de Babor
más antiguos que he encontrado en toda la extensión del
país, que hasta ahora he recorrido. También hay
numerosos cafetos, nietos sin duda, de los sembrados
primitivamente. Prueba de que aquel fundo data de los
tiempos de la Conquista es que ninguno de los moradores
de la Sierra, por antiguo que sea, ha oído decir quien
comenzó aquella labranza. Prueba de que se trata de
buscadores de oro es que todo el suelo conserva señales
patentes de haber sido excavado y que, además se han
encontrado coas y otros utensilios ya casi destruidos
por el tiempo" (Pérez Rancier, Juan B. Geografía y
Sociedad, Editora del Caribe, Santo Domingo, 1972,
p.______).
Aunque de años
posteriores, las actas de bautismo de la parroquia
asentadas entre 1814 y 1816, ilustran también sobre los
patronímicos presentes en la zona: Genao, Concepción,
Rodríguez, Jáquez, Rodríguez, Durán, Estévez, Martínez,
de León, Díaz, Bueno, Torres, Neré (¿Jerez?) y Serrate.
Según
nos comunicó el padre José Luis Sáez, S.J., director del
Archivo Histórico del Arzobispado de Santo Domingo, en
correo electrónico del 31 de marzo de 2010, aparenta que
Sabaneta se separaría de San José de Las Matas como
jurisdicción eclesiástica a raíz del sínodo convocado
por el arzobispo Ricardo Pittini en 1938, y celebrado
del 20 al 22 de abril de ese año. Ya en 1940, la
parroquia de San Ignacio de Loyola de Sabaneta dependía
de la Vicaría Foránea de Monte Cristi, en tanto que San
José de Las Matas era dependencia de la de Santiago
(Inventario de la parroquia de Sabaneta fechado en esa
el 18 de octubre de 1940 e instrumentado por el P.
Felipe Gallego, S.J., Vicario Foráneo de Monte Cristi.
ASD. Inventarios de Parroquias (Sabaneta, 1861-1940),
No. 6).