INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO HOY

SÁBADO, 30 DE ABRIL DE 2005 

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LOS OTTO-DUVERGÉ: LA FAMILIA DEL MABÍ SEIBANO (1 de 2)

Preparado por Norman Augusto de Castro Cotes

 

María Vallejo de Duvergé, a quien llamaban “Mamá Teté”, era la esposa de Tomás Duvergé a quien llamaban “Papá Tomás”, quien era hijo de Margarita Duvergé, hermana del general Antonio Duvergé. Estos se habían radicado en la ciudad de El Seibo en el siglo XlX  procedentes de San Cristóbal, de donde era María Vallejo.

En El Seibo formaron una familia compuesta por siete hijos todos ellos nacidos allí que fueron: Rumaldo, Guillermina (Chichí), Altagracia, Valentina (Tintina), Dolores, Mercedes y Rufinita.

Guillermina casó con el Gral. Francisco Mercedes; no tuvieron hijos. Rumaldo tuvo una hija a quien le dieron por nombre Anita. Dolores casó con Tomás Otto Drake, un joven oriundo de Curazao, quien muriera el 31 de diciembre de l890. Procrearon cinco hijos: Adela, Tomás, Margarita, Ovidio y  Dolores Onésima  Otto Duvergé. Las otras, unas murieron solteras y otras se casaron, pero no tuvieron hijos.

Valentina permaneció soltera junto a su madre, ayudándole en los quehaceres domésticos y en un pequeño negocio que tenía de dulcería y panadería, y en la venta de una bebida refrescante, que era deliciosa al gusto y que le llamaban “PRU”.

Todo el mundo compraba y tomaba con gran placer y deleite aquel  rico refresco. Entonces no se conocía el hielo ni se envasaba en botellas, sino que se tomaba por tazas, por vasos o por jarros pero como se dice usualmente, caliente (a temperatura ambiente) para endulzarlo se utilizaba el melao y en ocasiones la miel de abejas. Esto era cuando lo elaboraba Mamá Teté, antes de mediados del siglo XlX. Más tarde, cuando ya ella no podía trabajar, entonces enseñó y pasó la labor a su hija Tintina.

Esta última mejoró su preparación al hacerlo con “azúcar prieta” y comenzar a embotellarlo. Para taparlo utilizaban un tapón de corcho, el que aseguraban con una lazada de gangorra para que no se volara. Todavía lo llamaban “PRU” y se tomaba “caliente”.

El “PRU” fue haciéndose famoso en las comarcas del Este, y los “romeros” que iban a visitar a la Virgen de Altagracia a Higüey de todas partes de la República, como tenían que pasar por El Seibo, fueron conociendo aquel “maravilloso refresco”.

Así entra el siglo XX trayendo adelanto y luz a la mente de los hombres del mundo; un mundo nuevo que comenzaba a tecnificarse.

Tomás Otto Duvergé instala en los primeros años de la segunda década del siglo XX, una Fábrica de Hielo, que sería la primera en El Seibo, y con ello da el gran paso para el éxito más rotundo del famoso “PRU”, que ahora se llamará  “MABÍ”, y que bajo la elaboración de Dolores Onésima (que es quien le sucede a su tía Valentina), le dan un nuevo giro de adelanto y mejoramiento al famoso refresco, cuando eliminan el “azúcar prieta” y en su lugar utilizan azúcar blanca. Aparte del buen sabor que esta le daba, su coloración limpia y transparente, fue un gran paso para su consagración y propagación. Pero aún más: lo que le dio el puntillazo para su gran éxito, fue cuando comenzaron a servirlo frío; no con el hielo dentro del vaso, sino enfriado directamente en la botella, que colocaban dentro de un saco de pita en la salmuera de la planta de hielo de la ciudad.

Fue tal su demanda y la acogida que tuvo esa refrescante bebida, que para nombrar a El Seibo era imprescindible que mencionaran también al MABÍ; causa por la cual se le denominó “MABÍ CHAMPÁN SEIBANO”.

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