INSTITUTO DOMINICANO DE GENEALOGÍA, INC.

Cápsulas Genealógicas

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SECCIÓN SABATINA DEL DIARIO Hoy

SÁBADO, 19 DE OCTUBRE DE 2013

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SOBRE EL ORIGEN FRANCÉS DE APELLIDOS dominicanOS

Preparado por Leonardo Díaz Jáquez

 

Victor Manuel Leclerc

La tropa francesa que vino a la isla de Santo Domingo el 29 de enero de 1802 al mando del general Leclerc ha sido reclamada como la progenitora de la mayoría de los apellidos dominicanos de origen francés, aunque en investigaciones que realizamos en documentos del Estado Civil de la colonia francesa de Saint Domingue pudimos constatar que muchos de los apellidos dominicanos de origen francés ya existían en ella, por lo que creemos que la fuente de procedencia de los mismos es dicha colonia antes que la tropa de Leclerc, ya fueran estos franceses blancos, mulatos o negros.

Apellidos como Archambaud, Arnau, Baidallac, Baptiste, Belliard, Benoit, Berger, Bernard, Bisoneaux, Blanc, Borda, Bourbón, Bretón, Chevallier, Cornielle, De la Renta, Deschamps, Dubreil, Duperón, Durand, Durant, Duvergé, Espallac, Espinary, Ferdinand, Fortuna, Gastón, Gautier, Gautreau, Gilbert, Imbert, Jaques, Joubert, Lachapelle, Lalane, Lambert, Lamy, Lajeunesse, Leclair, Leclerc, Leclet, Lemoine, Lombard, Marichal, Mayer, Metz, Michel, Miniere, Moreau, Morel, Nadal, Noel, Olivieau, Olivier, Pelletier, Porcelle, PrudHome, Roullet, Saillant, Saint-Hilaire, Sicard, Thomas, Valette, Valle, Verger y Villenueve, etc., existían en la colonia francesa de Saint Domingue para la época de los acontecimientos que terminaron en la independencia de Haití.  

Pedro Archambaud, Eugenio Deschamps, José María Imbert y Emilio Joubert

Como consecuencia de la rebelión de los negros de la colonia francesa, lo más probable es que muchas familias francesas encontraran refugio en la parte española de la isla de Santo Domingo. Apoyamos esta hipótesis en el libro “Manual de Historia de Haití”, de Jean Chrisostome Dorsainvil (Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1979, pág. 48), en el cual, al referirse a la “Insurrección de los esclavos del Norte”, que estalló en la noche del 22 de agosto de 1791, el autor dice: “Por todas partes masacre…hubo actos conmovedores de abnegación: muchos colonos, menos duros que los demás, o más humanos, con sus familias fueron conducidos a lugares seguros por esclavos agradecidos”. ¿Dónde estarían esos “lugares seguros”? Sin ninguna duda, en la parte este o española de la isla, así como en Cuba y La Luisiana, pero por razones entendibles, era más fácil llegar a la colonia española. 

Otros testimonios al respecto los encontramos en el libro “La Era de Francia en Santo Domingo” de Emilio Rodríguez Demorizi (Academia Dominicana de la Historia, Ciudad Trujillo, 1955, página 51), en el que se reproduce el reporte de un viaje por tierra que hizo Dorvo Soulastre desde Santo Domingo a Cabo Francés, las capitales de ambas colonias. De las páginas 67 y 68 transcribo lo siguiente: “Todos los blancos y negros fieles, que pudieron alcanzar las fronteras españolas fueron por lo general, acogidos con el más vivo interés por lo súbditos de su Majestad Católica. No solamente ellos encontraron asilo, sino que también dejaron a los que quisieron establecerse allí, en libertad de hacerlo, aunque las leyes españolas sean muy contrarias a las extranjeras”. Al relatar lo que le sucedió a Francoise Dalalande, dice: “Sus fieles esclavos que se habían ocultado durante aquella sangrienta tragedia se lo llevaron con su mujer y lo condujeron a Monte Cristi, de donde él se dirigió a Santo Domingo con sus dos hijos que habían venido a unirse con él”. La cantidad de franceses que cruzaron hacia la parte española de la isla fue tal que más adelante dice: “La llegada de 1500 a 2000 refugiados de la parte francesa dio a los señores Dalalande la idea de dedicarse a ese género de industria” (agricultura). En otra parte del libro citado de Rodríguez Demorizi hay una referencia a la “Lista de emigrados franceses en San Juan de la Maguana, manuscritos en el Archivo General de la Nación, Época Colonial, Legajo 26, expediente 6 de 1794”.

De este mismo libro de Rodríguez Demorizi, y específicamente del capítulo  referido a Antonio Chanlate, general de brigada y comisario del Gobierno francés en la parte (antes) española de Santo Domingo, página 221, transcribo el siguiente texto de 1800: “Muchos franceses de todos los colores, de todos principios y opiniones frecuentaron la parte española; los unos (y fue el mayor número) buscando refugio contra la persecución, los robos y los asesinatos, que llegaron a ser los elementos propios del gobierno colonial…”.

¿Qué efecto pudo tener la tropa que quedó en la colonia (antes) española de Santo Domingo sobre los apellidos dominicanos de origen francés? Ferrand, para defender la plaza envió proclamas a todas partes, viniendo del exterior 300 personas, por lo que es probable que colonos venidos por se asentaran en el este de la isla, tal y como se lee en la página 35 del libro citado, nota 69: “Entre los franceses que se mencionan en distintas escrituras, establecidos en el este y dedicados a la extracción de maderas, estaban: Juan Pion, F. Doumas, Francoise Gilbert, Mr. Carton (en La Romana), Francois Nole (en la boca del Yuma), Mr. Claude Montás, natural de Mirabalais (en Quiabón abajo), Mr. Terrien, Jean Lampiére, Siló, Lamota o Lamothe en Yuma. En la página 68, nota 136, al comentar la situación en el sur, se lee: “En Baní había un espíritu de quietud causado por la influencia de residentes franceses…”. Un apellido emblemático banilejo de origen francés es el Dumé. Al terminar la guerra de la reconquista, unos pocos soldados de esa tropa fueron llevador a Puerto Rico, y los más, a Estados Unidos y Jamaica.

Para dejar mayor constancia de la proliferación de franceses por toda la parte española de la isla a raíz de la rebelión de los esclavos, traigo a colación un fragmento del discurso que a raíz de una condecoración del gobierno francés pronunció Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio el 10 de septiembre de 2003. Aunque lo atribuye a la tropa de Leclerc, por el contrario pensamos que fueron parte de los colonos llegados desde Saint Domingue, (compare lo siguiente con el párrafo anterior):

Así podemos leer sobre Dousón Montás que vivía en Chavón Abajo y para 1801 ganó un proceso judicial a un protegido del General Ferrand. Dousón Montás es el tronco de los Montás en la región. Por ese año llegó a la Villa de Salvaleón de Higüey el matrimonio conformado por Juan Pion y María Dermis quienes fomentaron la siembra de café en la región [Lo que hacían en Saint Domingue, LDJ]. De esa fecha tenemos apellidos que aún perduran como son el Donastorg, Dalmasí, Pepén, Dalmáu, Nouel, Dotel, Richiez, Pilier, Ducoudray, Gastón, Lapoix (Lapost), Duvergé, Rolffort, Ferrand, Pouriet, Chevalier, Belté, Borg (Bort), Duchos, Duluc, Pignand (Peñán)”.

Por otra parte, en su ponencia en el “Seminario Internacional La Era de Francia en Santo Domingo”, celebrado el 1 de diciembre de 2007 y auspiciado por la  Academia Dominicana de la Historia, el ingeniero Efraín Baldrich Beauregard expuso que “Un buen número de colonos franceses que se salvaron de perecer en la sublevación [de los negros de la colonia francesa de Saint Domingue, LDJ] lograron hacerlo huyendo a la vecina colonia española de Santo Domingo, radicándose muchos de estos en la península y en la ciudad de Samaná”, para más adelante hacer un listado de los apellidos de los beneficiarios del reparto de tierra que hizo el general Ferrand: Devers, Fontane o Fontana, Sebastien, Rodríguez, Joubert, Ferrand, Clarac, Arrenadere, Tesson, Eusebe, Cabral, Dupiton, Sustra, Panise, Wiver, Saber, Cassembon, Letang, Armand, Collier, Gasson, Lamartelliere, Delgado, Dossou, Lareche, Andrault, Elichat, Duvigneau, Clesle, Dominique, Diron, Lagarde, Matin, Fleury, Gironsse, Pichot, Augrenac, Briot, Beaucoste, D'Herisse, Maillant, Duribe, Chef, Fontaine, Truquillo, La Furgy, Lehernaff, Devine, J. Jarrin, Caone y Janoi de Lassen.

En nuestras investigaciones en las Actas del Estado Civil de Saint Domingue anteriores a 1800, hemos encontrado prácticamente todos los apellidos dominicanos de origen francés de la línea noroeste con la casi única excepción del Fondeur, pues hasta el Lajeunesse, que los Bergés trastocan por La Juvenile y que según ellos era el apellido de Margarita, presunta dama de compañía de la esposa de Leclerc, Paulina Bonaparte, y tronco de esa familia, ya existía en Saint Domingue. El hallazgo más importante en esas fuentes es el de Julien Augustin Sicard, comerciante de Fort Liberté, quien el 20 de mayo de 1799 declara el nacimiento de su hija Mary Ann Sicard, que tuvo con la ciudadana Ann Rogers, su esposa, que nació en Bordenton, Estado de New Jersey, América del Norte, el 12 de julio de 1794. Este señor, es el tronco de los Sicard de La Vega, fue Caballero de la Orden Real y Gran Maestro de Ceremonias del Rey Cristóbal en Haití.

 

Monseñor Félix Pepén y Agustín Sicard Abréu

Como otra muestra de la presencia francesa en la genealogía dominicana señalo que en San Cristóbal, en 1814 Juan Francisco Nival casó con Marta Larcehit, naturales de Francia, en 1820, María Francisca Montás casó con Pedro Langumar Feisé, y en 1822 Juan Celestino Nosé casó con María Francisca La Chapell (Lachapelle), todos naturales de Mirebalais, Haití.

Nuestros prejuicios hacia lo haitiano nos llevan a negar la procedencia haitiana de apellidos dominicanos de origen francés en la genealogía nacional, pero ya sean blancos, negros o mulatos, no queda duda de que por una gran cantidad de dominicanos corre sangre procedente de la colonia francesa de Saint Domingue y de Haití.

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