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Cápsulas Genealógicas

 

SUPLEMENTO CULTURAL DEL DIARIO Hoy

SÁBADO, 4 DE NOVIEMBRE DE 2023

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DESCENDENCIAS SACERDOTALES: EL PADRE MOSCOSO

Preparado por Edwin Rafael Espinal Hernández

 

El presbítero Manuel de Jesús Moscoso Rodríguez nació en Santo Domingo el 27 de marzo de 1861. Hijo de Juan Elías Moscoso Rodríguez y Victoria Rodríguez Moscoso, quedó huérfano el mismo año de su nacimiento, por la muerte de su madre. Tonsurado con tan solo 17 años en 1878, entre 1879 y 1883 estudió como interno en el colegio San Luis Gonzaga. Fue ordenado sacerdote en agosto de 1883 en Cabo Haitiano y apenas un año y cinco meses después, en enero de 1885, tras haber fungido como capellán de la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes en Santo Domingo, fue nombrado cura de San José de las Matas, parroquia de la que tomó posesión al mes siguiente y en la que permaneció por espacio de 32 años.

El periódico santiagués La República, del 7 de febrero de 1885, lo alababa como “una bella adquisición”, “patriota, ilustrado, progresista y bueno en toda la significación de la palabra”, que iría “a derramar allí todo el caudal de su bella moral en esa hermosísima tierra del genio y la libertad”. Pero Moscoso no solo regó sus prendas de bien: en diciembre de 1886, Miguel Andrés Peralta, residente en Puerto Plata, denunció ante monseñor Fernando Arturo de Meriño, arzobispo de Santo Domingo, que Moscoso, “lobo robador” “bajo la piel de oveja”, había embarazado a su hermana María Mercedes Peralta, viuda de E. Morales, en la casa de su “anciano padre”, Manuel Peralta, como este último le había comunicado mediante carta, abusando de la amistad que se le dispensaba.

De inmediato, en enero de 1887, Meriño instruyó al vicario foráneo de Santiago, presbítero Juan Luis Pérez, cura de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, realizar las averiguaciones de lugar. Peralta ratificó ante el cura de Puerto Plata, presbítero Juan Cristinacce, la denuncia elevada a Meriño, y lo propio hizo su padre Manuel Peralta por ante el presbítero Pérez en Santiago; este le atribuyó la responsabilidad del embarazo por “la tibieza de su amistad y el retraimiento de sus visitas” después del estado de gravidez presentado por su hija. Sorpresivamente, la propia joven, interrogada por el presbítero Pérez en San José de las Matas, dijo que la imputación era “a todas luces calumniosa”, que otros que visitaban la casa paterna ya no lo hacían y que, como mujer mayor de edad, no había autorizado a nadie “a elevar queja ante ni contra persona alguna”. Moscoso, por supuesto, negó la acusación y sostuvo que dejó de visitar la casa del señor Peralta porque “allí se debatían asuntos políticos con mucho calor y como sacerdote quería estar alejado de esos asuntos” y que, en cuanto al embarazo de la joven, por su condición de sacerdote, no podía “continuar dispensado atenciones al que de cualquier modo manifiesta que comete actos contrarios contra la moral”. 

Aunque el presbítero Pérez remitió a Meriño el expediente instruido en el mismo mes de enero de 1887, no fue sino el 15 de abril del mismo año, cinco días después que el mismísimo Moscoso bautizó a Luis Ovidio Peralta, el fruto del embarazo, nacido el 3 de marzo anterior, cuando su secretario, presbítero Carlos Rafael Nouel Pierret, lo tramitó para su decisión. El 25 de abril siguiente, Meriño, por ir contra la querella los testimonios del padre y la ya madre, resolvió “sobreseer libremente en la causa que se inició contra el señor presbítero Manuel de Jesús Moscoso, sin que lo actuado le perjudique en su buen nombre y reputación”. Notificado Miguel Andrés Peralta en Puerto Plata, le escribió al presbítero Pérez para que “el señor cura de La Sierra” viera en lo adelante su casa “con el mayor respeto” y que se olvidara que lo había conocido.

Aun cuando lo descargó, en una carta al padre Pedro Tomás de Mena del 12 de julio de 1887, el arzobispo Meriño le comentaba que entendía que Moscoso debía salir de Las Matas y apelaba a que su cordura le instaría a renunciar o pedir su retiro. No lo hizo y años más tarde vinieron al mundo dos nuevos niños cuya paternidad se le endilgó: Victoria Amada Estévez, nacida el 7 de noviembre de 1892 e hija natural de Secundina Estévez, y Julio Rodríguez, nacido el 27 de septiembre de 1915 e hijo natural de María Juliana Rodríguez, a los que igualmente bautizó.  

Después de haberse entregado a la evangelización de la Sierra por más de tres décadas, Moscoso murió en San José de las Matas el 11 de julio de 1917 y fue sepultado en el presbiterio de su iglesia, que había construido entre 1901 y 1907. Los que fueron tenidos como sus hijos le sobrevivieron: Luis Ovidio Peralta casó con Isa Albertina Contreras, murió en San José de las Matas el 10 de enero de 1957 y fue padre del conocido fotógrafo matero Nene Peralta Guzmán; Victoria Amada Estévez casó en San José de las Matas el 30 de diciembre de 1925 con Juan de Jesús Espinal Núñez y murió allí el 8 de junio de 1959, y Julio Rodríguez (Mantallena), diputado en el período 1970-1974 por el Movimiento Nacional de la Juventud, aliado del Partido Reformista, falleció en San José de las Matas el 28 de septiembre de 1976. 

La calle Padre Moscoso recuerda en San José de las Matas a aquel sacerdote “humilde y piadoso, fiel cumplidor de sus deberes, disciplinado, respetuoso y digno”, como se le calificó en el Boletín Eclesiástico al momento de su muerte.


Bibliograa:

Batista, Pedro Alejandro: Espinosa y Moscoso - Dos columnas de la Iglesia en San José de Las Matas, Argos, 2012. 

 

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